jueves, 10 de noviembre de 2011

Los ciborgs: una nueva vía de la evolución humana






















Los continuos avances tecnológicos abren la puerta a una nueva vía de la evolución humana: los ciborgs.

En un artículo anterior describíamos el caso de Tim Hemmes, lesionado medular al que se le implantó una interface cerebro-ordenador que permite el movimiento de dispositivos externos, tales como un brazo robotizado. Para ello se le insertó una red de electrodos directamente sobre su cortex motor cerebral que registran la actividad eléctrica y se diseñó un software especial capaz de interpretar los patrones de excitación. Tim tuvo que someterse a un programa de aprendizaje que le llevó a ser capaz de indentificar un determinado pensamiento con um movimiento concreto del brazo mecánico.


Las posibilidades que ofrece este sistema para la mejora de la calidad de vida de las personas con lesiones medulares y sus familiares es evidente. Pero, al margen de su indudable utilidad terapéutica, esta tecnología supone un hito en lo que para algunos constituye una nueva vía de la evolución humana: los ciborgs.

El término cyborg, fue acuñado en 1960 por Manfred Clynes y Nathan S. Kline, quienes lo usaron por primera vez en un artículo para referirse a las ventajas que tendría un sistema humano-máquina autorregulado para la supervivencia en el espacio exterior. Cinco años más tarde, H.D. Halacy publicaba otro artículo con un título de claras reminiscencias nietcheanas: La evolución del superhombre. En el se ampliaba en el concepto de ciborg añadiendo la idea de una nueva frontera, de una relación más profunda entre espacio inerno y externo, entre mente y materia, entre hombre y máquina.

En la actualidad el término ciborg se aplica habitualmente para referirse a un organismo cuyas capacidades se han visto incrementadas gracias a la tecnología. Según esta acepción, todo ser humano usuario de algún artefacto tecnológico podría ser considerado un ciborg. Sin embargo, una definición más restrictiva incluye únicamente a aquellos organismos que emplean miembros artificiales o dispositivos electrónicos integrados físicamente en su organismo para superar sus limitaciones físicas y mentales.

Tim Hemmes y su interface cerebro-brazo robótico, constituirían por tanto un ejemplo paradigmático de ciborg. Otro exponente sería el joven Pierpaolo Petruzziello, a quién tras perder la mano en un accidente de tráfico se le implantó una mano biónica que es capaz de mover gracias a unos electrodos conectados a los nervios de su brazo. Imposible no recordar en este punto la escena de El Imperio Contraataca (1980) en la que Luke Skywalker prueba su nueva mano cibernética, tras haber perdido la orgánica en un duro combate con Darth Vader.

Use the Force, Luke!

Escena que treinta años más tarde está a punto de convertirse en realidad gracias a los avances tecnológicos:




Otro ejemplo de evolución ciborg (en inglés existe el término cyborgization o ciborgización) es la sustitución de un órgano de los sentidos por un ingenio electrónico. Es el caso de los implantes cocleares, capaces de transducir las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan directamente el nervio auditivo. Estos implantes constan de algunas partes externas y otras internas que se sitúan en un hueco del hueso temporal del cráneo realizado previamente con una fresadora. Se trata de una tecnología plenamente desarrollada y utilizada desde hace 50 años.

Esquema de un implante coclear. Nótese que no habría ninguna dificultad técnica en conectar el implante coclear a un teléfono.

También sería el caso de los implantes retinianos, tecnología, en este caso aún incipiente, encaminada a restaurar la visión en personas con cegera producida por enfermedades degenerativas como la retinosis pigmentaria o la degeneración macular asociada a la edad. Se están desarrollando dos tipos de implantes: los subretinianos, que se situan por debajo de la retina y transforman directamente la luz proveniente del exterior en implusos eléctricos que estimulan las células bipolares de los ganglios nerviosos; y los epiretinianos, que se situan sobre la retina y estimulan el nervio óptico mediante señales eléctricas provenientes de una cámara externa. En este último caso ya están disponibles dispositivos ópticos con forma de ojo humano, que no dejan de ser una especie de webcam modificada con conexión directa al cerebro.

Ejemplo de implante epiretiniano desarrollado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

La imagen que vería el implantado sería similar a la de una pantalla de ordenador de baja resolución. Hay que señalar que reproducir los movimientos oculares tampoco supondría una dificultad insalvable, como se puede apreciar en el siguiente vídeo, que muestra un ojo animatrónico construido por Dan Thomson:





Otros órganos como el corazón y los riñones también han sido sustiuidos con éxito por máquinas. Hasta el momento, los corazones artificiales se emplean unicamente de forma temporal en el caso de enfermos en estado crítico que precisan de un transplante inmediato pero no disponen de un donante humano. En la actualidad, el tiempo medio de supervivencia de una persona con un corazón artificial es de tan solo 5,3 meses. No obstante, existen varios proyectos de investigación que estan desarrollando prototipos de corazónes artificiales más avanzados, que superan dificultades como el rechazo inmunológico mediante el uso de piel artificial biosintética y que incorporan sensores y chips que modulan su funcionamiento.

Corazón artificial.

En cambio, la máquina de diálisis que sustituye la función renal se utiliza de forma rutinaria desde hace mucho tiempo, existiendo en el mercado modelos cada vez más pequeños que pueden instalarse en el propio domicilio del paciente. Así mismo, investigadores de la Universidad de San Francisco han probado con éxito un prototipo de riñón bioartificial implantable que no genera rechazo y que elminaría la necesidad de la diálisis. Ver artículo.
Otro ejemplo de ciborgización quizá menos espectacular, pero no menos importante en cuanto a su contribución a la salud pública, sería el conocido marcapasos cardiaco, existente ya desde 1958.

Pero, como hemos visto, el término ciborg no se refiere tan sólo al empleo de máquinas más o menos sofisticadas para la curación de enfermedades. Desde su aparición como especie, el ser humano se ha servido de la tecnología para incrementar sus capacidades naturales. En la actualidad, los continuos avances en campos como la biotecnología, la informática, la microelectrónica y la robótica, llevan esta idea un paso más allá. Estamos ante una nueva via de la evolución cuyo sujeto no es exclusivamente el genoma, sino también el software de los dispositivos electrónicos con los que interactuamos desde nuestro nacimiento.



En la era tecnológica, el gen coevoluciona con el bit. El término meme, neologismo acuñado por Richard Dawkins en El gen egoísta para definir la unidad teórica de información cultural transmisible, no deja de ser un caso particular del bit, unidad mínima de información definida en la Teoría de la Información de Claude E. Shannon. En realidad gen, meme y bit serían propiedades emergentes a distintos niveles del qubit, o unidad de información de un sistema cuántico. Por eso no es sorprendente que sea físicamente posible una interface cerebro-robot. ¿Será igualmente posible una interface cerebro-universo cuántico? Así lo creen Roger Penrose y otros.

De la misma forma, nuestro organismo humano interactúa con el hardware de los artefactos tecnológicos con los que se relaciona, desde la probeta de la fecundación in vitro hasta el microondas, pasando por la pantalla en la que está usted leyendo estas líneas. Para el activismo ciborg, esta nueva via de la evolución conducirá a la aparición de un superhombre tecnológico que verá superados aspectos indeseables de su existencia como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o incluso la muerte. Estas y otras ideas se ven plasmadas en la corriente filosófica denominada transhumanismo; corriente no exenta de críticas desde el punto de vista ético. Estas son ejercidas tanto por sectores religiosos como laicos y se refieren principalmente al uso de la biotecnología para la modificación genética de embriones humanos con el fin de crear bebés de diseño, lo que supondría una práctica eugenésica.

Por el contrario, para los transhumanistas el mayor peligro consiste precisamente en no emplear la ingeniería genética para modificar el genoma de un ser humano cuya naturaleza está a punto de llevarle a su propia autodestrucción y a la del planeta en el que vive. Lo cierto es que la selección artificial de embriones humanos con fines terapéuticos es ya una realidad en varios países.



Otras críticas se refieren al desigual acceso que tienen ricos y pobres a la tecnología de perfeccionamiento genético humano, lo que abriría una brecha genética cada vez mayor que conduciría inevitablemente a la creación de una élite genético-económica en un proceso de retroalimentación. Esta es la postura sostenida por el científico y divulgador americano Bill McKibben. Sin embargo, para los transhumanistas democráticos, este problema puede ser superado mediante la aplicación de medidas socialdemócratas paralelas que garanticen el acceso universal a los programas de perfeccionamiento humano. Para James Hughes, que fue director de la Asociación Transhumanista Mundial de 2004 a 2006, esta es la única solución posible, puesto que la prohibición de la mejora genética humana por parte de algunos estados no evitará su puesta en práctica de forma ilegal o en países donde dicha prohibición no se aplicase. Según Huges, puesto que esta tecnología ya esta disponible, lo sensato es regularla con el fin de orientar sus resultados hacia una sociedad mejor.

Después de todo ¿Qué tendría de malo una sociedad formada exclusivamente por seres humanos sanos, bellos, inteligentes y bondadosos?

3 comentarios:

  1. ¡Hola, César! Soy Epi, un pariente tuyo( primo de tu padre). Mi mujer y yo seguimos tus artículos desde hace unos meses y nos parecen muy interesantes. ¡Ánimo! Simo y Epi.

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  2. Hola Simo y Epi, muchas gracias por vuestro interés, me alegro de que os guste el blog. La verdad es que aún me sigue sorprendiendo de que haya gente que lo lea. Un abrazo.

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  3. Lo cierto es que la tecnología (y ya mismo la nanotecnología) no deja de sorprendernos, y el transhumanismo gana adeptos...

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