lunes, 2 de mayo de 2011

¿Quién tiene razón?

Don entes macroscópicos debatiendo de forma superficial
















De izquierdas o de derechas. Del Madrid o del Barça. Creyente o ateo. Con cebolla o sin cebolla. .. Pero ¿Quién tiene razón?
Alguien tiene razón cuando dice la verdad, cuando los argumentos que esgrime son ciertos, cuando su opinión sobre un determinado asunto se corresponde con la realidad. Por tanto, para que alguien pueda tener razón debe existir una realidad objetiva, una verdad objetiva con la que comparar las distintas opiniones. Pero ¿Es esto posible?

El materialismo es una corriente filosófica que sostiene algo tan evidente como que el mundo es material y existe objetivamente, independientemente de la conciencia humana. Para el materialismo, existe una única realidad y por tanto existe una única verdad. De entre todas las opiniones posibles sólo hay una verdadera. Esa es también la postura de la ciencia. La ciencia se basa en el materialismo.  El objetivo del método científico es determinar cuál de las posibles explicaciones para un problema determinado se corresponde con la realidad. Y parece que funciona. Todos los avances científicos, desde la medicina hasta la física de pertículas, se basan en una concepción materialista del mundo, en la búsqueda de la verdad objetiva.
Sin embargo existe una disciplina científica, la física cuántica, que nos dice que una partícula subatómica puede estar en dos sitios distintos al mismo tiempo y que solamente cuando la observamos se decanta por uno de esos dos lugares. Según la cuántica, el universo es en esencia aleatorio e indeterminado. Somos nosotros quienes construimos la realidad al observarla. Los físicos llaman  a este proceso "colapso de la función de onda".

Según la cuántica, a cada sujeto cogniscente le corresponde una realidad distinta. Cada uno de nosotros construye su propia realidad a partir de las experiencias acumuladas desde el momento de su nacimiento. No hay una única realidad. No existe la verdad absoluta. No existen opiniones acertadas ni equivocadas, todas son igualmente válidas.

De manera sorprendente, esta descripción del mundo que propone la física cuántica coincide con la propuesta por el idealismo. El idealismo es una corriente filosófica opuesta al materialismo que sostiene que la realidad no es conocible tal y como es en sí misma, sino que el objeto del conocimiento está preformado o construido por la actividad cognoscitiva, esto es, por nuestra mente.
Así pues, la física cuántica, que como ciencia está basada en el materialismo, ofrece una descripción de mundo que se corresponde con la propuesta por el idealismo. Estamos pues ante una paradoja: los postulados del materialismo y del idealismo son mutuamente excluyentes, no es posible afirmar una cosa y su contrario. Pero entonces ¿Dónde está el problema?
Una posible solución sería que la física cuántica estuviese equivocada. Sin embargo sus postulados están refrendados por miles de experimentos desde hace más de un siglo. Existe un amplio consenso científico acerca de su corrección. Sus ideas se aplican de forma rutinaria en todos los laboratorios de física del mundo.
La solución está en que la física cuántica sólo es válida para describir las cosas muy pequeñas, para objetos del tamaño de un átomo o una partícula subatómica. Los objetos macroscópicos como nosotros, o una lavadora, se rigen por la física clásica, determinista y materialista. Esto es así porque a nuestra escala, todas las ideterminaciones y aleatoriedades se anulan entre sí dando lugar a un universo aparentemente material.
Cuando discutimos sobre un tema de forma racional estamos poniendo en práctica, con mayor o menor éxito, el método científico. Cuanto más profunda e interesante es una discusión, más se parece a un debate científico. Los oponentes intentan aportar pruebas irrefutables de que su opinión es la que se corresponde con la realidad. Sin embargo, cuanto más se profundiza en los argumentos, se hace cada vez más dificil dilucidar quién tiene razón. La justificación de cada argumento requiere a su vez justificar otros argumentos más fundamentales en los que éste se basa. Al igual que ocurre en la física, se pasa progresivamente de un contexto materialista en el que existe una verdad objetiva, a otro idealista en el que no es posible determinar quién tiene razón porque todos la tienen y no la tiene nadie al mismo tiempo.
La conclusión es que sólo podemos determinar quién tiene razón cuando debatimos de forma superficial.


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