jueves, 28 de abril de 2011

Breve historia de la Astrobiología




































La Astrobiología (del griego astron = estrella, bios = vida y logos = palabra/ciencia) es la ciencia que se ocupa del origen, evolución, distribución y futuro de la vida en el universo. Se trata de un campo de estudio multidisciplinar que comprende la búsqueda de ambientes habitables en nuestro Sistema Solar y fuera de él, la búsqueda de evidencias sobre la existencia de una química prebiótica y de vida en Marte y otros planetas, así como estudios de campo y de laboratorio sobre los orígenes y la evolución temprana de la vida en la Tierra y estudios del potencial de la vida para adaptarse a futuros desafíos que se pueden plantear en la Tierra y el espacio.
La Astrobiología trata así de dar respuesta a cuestiones fundamentales como si hay vida fuera de la Tierra y, de ser así, cómo podemos detectarla; cómo surge y evoluciona la vida o cuál es el futuro de la vida en nuestro planeta y el universo. Para ello afronta estos interrogantes desde una perspectiva multidisciplinar que combina la biología molecular, la microbiología y la biología evolutiva, la ecología, las ciencias planetarias, la astronomía y la astrofísica, las ciencias de la información, así como tecnologías de exploración del espacio y otras disciplinas relacionadas.
Los primeros indicios documentados acerca de la cuestión de la posibilidad de la existencia de otros mundos habitados se remontan, al menos, a la mitología y la religión de las civilizaciones egipcia y mesopotámica. En tales culturas existían nociones del concepto de vida extraterrestre, aunque siempre relacionadas con dioses, espíritus o demonios que habitaban otros mundos.
En la civilización griega Tales de Mileto sostenía que las estrellas y la Tierra estaban hechas de la misma materia, Anaximandro mantenía que los mundos se creaban y destruían y Anaxágoras pensaba que luna estaba deshabitada y que por todo el universo estaban dispersas invisibles “semillas de vida” a partir de las cuales se originaban todas las cosas vivientes, en una visión en cierto modo precursora de la actual teoría de la panspermia. El epicúreo Metrodoro afirmaba:  

“Considerar que la Tierra es el único mundo habitado en el espacio infinito es tan absurdo como asegurar que en todo un campo sembrado de mijo sólo germinará un grano”

Enunciando así una especie de principio de mediocridad, en virtud del cual no existe nada que haga especial a la Tierra y al ser humano, basándose en una concepción intuitiva de la probabilidad.
Por su parte, Demócrito planteaba la existencia de otros mundos y sus habitantes como un hecho necesario derivado de su concepción atomista del cosmos: Un número infinito de átomos habría originado un número infinito de cuerpos celestes como los que observamos a simple vista. Así se expresaba, en términos sorprendentemente actuales:

“... que existen innumerables mundos, de tamaños diferentes. En algunos de ellos no hay ni sol ni luna, en otros el sol y la luna son más grandes que los de nuestro mundo y otros tienen más de un sol y más de una luna. Las distancias entre los mundos son irregulares, más en una dirección y menos en otra; y mientras unos florecen, otros decaen. Aquí se generan y allá, al colisionar con otros, perecen y de destruyen. Varios mundos carecen de vida vegetal y animal, así como de todo tipo de agua”

Demócrito

El filósofo romano Tito Lucrecia Caro fue un exponente de la creencia en una multiplicidad de los mundos. En su poema De la naturaleza de las cosas escribió:

“La naturaleza no es única del mundo visible; hemos de tener fe que en otras regiones del espacio existen otras tierras, habitadas por otras personas y otros animales”

Ya en el Renacimiento Kepler se suma a la idea de pluralidad de los mundos y Galileo cree que la luna está habitada. Pero fue Giordano Bruno quien expuso de forma mas clara la posibilidad de la existencia de vida en otros planetas:

“Existen innumerables soles, alrededor de los cuales dan vueltas innumerables tierras de igual forma que los siete planetas giran alrededor de nuestro Sol. Esos mundos están habitados por seres vivos”


Giordano Bruno

Por estas y otras herejías Giordano Bruno fue condenado a morir en la hoguera.
En la modernidad, filósofos, científicos y escritores como Kant, Voltaire, Emmanuel Swedenborg o Bernard de Fontenelle concebían un universo densamente poblado.
En el siglo XIX el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli describió la existencia de “canales” al observar Marte con su telescopio. De una traducción errónea del italiano “canali” por el inglés “canals” (que indica un origen artificial), en lugar de por “channels” (o canales de origen natural), surgió un aluvión de hipótesis sobre la existencia de vida inteligente en Marte.

Mapa de Marte de Giovanni Schiaparelli

El astrónomo norteamericano Percival Lowel recogió la idea de Schiaparelli y contribuyó a la difusión popular de la existencia de una civilización avanzada en Marte cuya tecnología le permitía realizar enormes obras de ingeniería para transportar agua desde los polos a las zonas ecuatoriales, en un mundo desértico y agonizante. Gran parte de la iconografía popular sobre los extraterrestres marcianos tiene sus raíces en las obras de Lowel.

Mapas de Marte de Percival Lowel

El siglo XX supuso la eclosión de la astrobiología como ciencia, resultado de los avances producidos en ingeniería, biología, astrofísica y otras disciplinas, el perfeccionamiento de los instrumentos de observación y el diseño de programas de investigación específicos en Astrobiología. El desarrollo tecnológico hizo posible el envío de sondas espaciales a distintos planetas del Sistema Solar que incorporaban instrumentos y ensayos con un enfoque astrobiológico. Esta actividad investigadora se desarrolla principalmente en las agencias aeroespaciales de diferentes países, tales como la NASA, la Agencia Espacial Rusa o la ESA y en un número creciente de grupos de investigación de diferentes universidades de todo el mundo.

Marte visto por el telescopio espacial Hubble

En 1998 se funda el Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI) con el objeto de crear una estructura administrativa que integre y coordine los distintos programas de investigación que se venían desarrollando en el campo de la Astrobiología. Está formado por cerca de 700 investigadores distribuidos a lo largo 150 instituciones de Estados Unidos y otras instituciones colaboradoras a nivel internacional. En España se localiza el Centro de Astrobiología (CAB) primer centro de investigación no estadounidense asociado al NAI.

En la actualidad el programa del NAI se divide en 10 grupos de investigación definidos en función de la importancia de distintos aspectos relevantes para el avance del conocimiento en Astrobiología. Así existen los grupos de Tierra primitiva, Genética Evolutiva, Virus, Luna, Marte, Habitabilidad y Biomarcadores Astronómicos, Mundos Helados, Ecosistemas Microbianos y Medio Ambiente, Formación de Sistemas Planetarios y Orígenes de la Vida. A pesar de esta diferenciación se trata de grupos fuertemente interconectados dado el carácter altamente interdisciplinar de la labor que desarrollan.

1 comentario:

  1. Muy interesante el articulo, pero no me respondiste el mail que te mande.
    Gracias!

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