sábado, 10 de julio de 2010

El extraño caso de la gripe porcina



 















El caso de la llamada gripe porcina, o virus de la gripe A (H1N1), constituye un caso único de estudio de la gestión del riesgo frente a una epidemia sanitaria a nivel mundial y de cómo el conocimiento de la naturaleza del agente causal de la enfermedad, esto es, la caracterización del virus, de sus medios de transmisión, sintomatología y evolución de la enfermedad, determina las estrategias de los distintos estados y organismos involucrados en la gestión del riesgo así como las pautas de actuación de cada ciudadano individual.

Qué es, de dónde viene, qué clase de enfermedad produce, cómo se transmite, cómo se cura etc. son preguntas que deben ser respondidas por la comunidad científica.
A partir de sus respuestas, los gestores del riesgo tales como instituciones sanitarias, responsables políticos e instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud, definen las medidas a seguir en la gestión de la crisis y lo hacen en tiempo real, variando el sentido de su actuación en función de la progresión de los conocimientos científicos y otros criterios de diversa naturaleza. Los medios de comunicación tradicionales, prensa escrita y televisión, ejercen por un lado el papel de transmisores del conocimiento, de nexo de unión entre el científico y el ciudadano y por otro, de herramienta para la gestión de la crisis, modulando el nivel de alarma que debe ser inoculado en la población en cada momento.

Internet, sin embargo, parece ocupar en estas situaciones un papel secundario como fuente de información y herramienta de gestión de la crisis. El propio carácter democrático de la red y la ingente cantidad de información proveniente de fuentes difícilmente contrastables hacen que no constituya un medio fiable para el ciudadano en una situación de crisis. Si se busca gripe porcina en google aparecen más de tres millones de resultados. El problema radica en distinguir las fuentes fiables de las que no lo son. La mayoría de los ciudadanos no están capacitados para decidir si, por ejemplo, "medicineplus.com" es una fuente fiable. La filosofía de la verdad múltiple, democrática y evolutiva en la que se basa Wikipedia no sirve en estos casos. En el instante en que escribo estas líneas puedo editar el artículo correspondiente de Wikipedia y escribir algo así como: La gripe porcina produce insomnio. Es seguro que después de cierto tiempo alguien corregirá el error. Sin embargo nadie puede asegurar que en el momento en el que se visita la página no existan más errores que no hayan sido corregidos todavía, sean éstos intencionados o no.



 

Por el contrario, la declaración de un político, el titular de un periódico o la cabecera de un informativo televisivo conservan en estas situaciones un mayor grado de credibilidad para la población, quizás debido a la suposición, no siempre fundada, de que la información ofrecida en estos medios es debidamente verificada antes de ser publicada, de que existe un filtro de verdad constituido por actores cualificados que la hacen fiable.
Igualmente llamativa resulta, desde mi punto de vista, la escasa participación de los profesionales de la salud en la gestión pública de la crisis. Expertos en enfermedades infecciosas, médicos e investigadores no tuvieron, a mi juicio, el protagonismo que cabría suponer, quizá porque la sociedad no les otorga el papel de informar a la población y con ello asumir las responsabilidades que conllevaría el hecho de equivocarse. Su papel de cara al público no ha ido más allá de ofrecer una opinión cualificada. De esta forma la gestión de la crisis ha sido fundamentalmente política.
El momento más representativo de esta gestión quizá haya sido la comparecencia televisiva del presidente mejicano, donde en un tono paternalista y protector, recomendaba a sus ciudadanos que permanecieran en sus domicilios durante el puente del uno de mayo, como la mejor medida para evitar el contagio. 



Ciertamente ver a Obama comiéndose una hamburguesa en un establecimiento público parece ser más efectivo que las recomendaciones de cualquier científico a la hora de rebajar el nivel de alarma en la población.
Podría considerarse que la primera noticia acerca de la epidemia de gripe porcina que trasciende en los medios de comunicación a nivel mundial se publica el 9 de abril de 2009, haciendo referencia a una mujer ingresada en el servicio de urgencias del hospital de la ciudad de Daxaca, en Méjico, la cual falleció a las pocas horas.
En dicha noticia aparecía que el equipo médico del hospital, tras realizar una biopsia de la paciente, había determinado que el agente causal de la enfermedad era un virus desconocido. Otros medios de comunicación consideran como "paciente cero" a un niño de cinco años de edad, también mejicano, que cayó enfermo el 2 de abril. (rescatando de esta forma el término "paciente cero" que fue utilizado en la década de los ochenta para referirse a la persona que supuestamente contrajo en primer lugar el SIDA)
En cualquier caso, los primeros indicios del brote fueron, como es lógico, anteriores a que éste ocupase espacio en los medios de comunicación a nivel mundial.
Así, entre diciembre de 2005 y enero de 2009, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos registraron 12 casos de personas infectadas por la más tarde llamada gripe porcina. Así mismo, el mencionado niño mejicano procedía de la ciudad de La Gloria, en Veracruz, Méjico, donde a comienzos de marzo, una gripe que derivaba en problemas respiratorios afectó al 60% de la población.
Posteriormente, en torno al 18 de marzo, se detectó en Méjico D.F. un aumento repentino de los casos de una enfermedad que fue considerada simplemente como una gripe tardía por las autoridades mejicanas.
El 28 de marzo se registraron los dos primeros casos confirmados de gripe porcina relacionados con el brote actual en Estados Unidos, y no fue hasta el 21 de abril cuando el citado CDC norteamericano comunicó a los medios la existencia de dos casos aislados de un nuevo tipo de gripe y, finalmente, el 24 de abril, cuando la Secretaría de Salud mexicana emitió un comunicado en el que admitía que una enfermedad producida por un virus de origen porcino se había propagado en la zona metropolitana de la capital, siendo más de mil los casos sospechosos de haber contraído la enfermedad y cuarenta y cinco las personas fallecidas como consecuencia de la misma.
El tiempo transcurrido desde la confirmación de los primeros casos de gripe producida por la nueva cepa vírica y la difusión de la noticia en los medios de comunicación es consecuencia de múltiples factores que modulan la actuación de cada agente involucrado en la gestión de la crisis. El grado de conocimiento científico determina en buena medida la evolución del proceso, pero no es el único factor a considerar.
La propia denominación del agente causal de la enfermedad ha sido objeto de controversia. En un primer momento, la CDC americana, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los medios de comunicación emplearon el término "gripe porcina".
Sin embargo otras instituciones como la Unidad Científica de la Comisión Europea, varias universidades americanas, expertos e investigadores de prestigio criticaron esta denominación al sostener que se trataba de una cepa de virus de la gripe H1N1 que contenía elementos de la gripe aviar, la gripe porcina y la gripe humana común, por lo que consideraban que el nombre de gripe porcina no era el más adecuado.
Curiosamente una institución llamada Organización Mundial para la Salud Animal expresó su malestar por la denominación utilizada y propuso el término "gripe norteamericana", exculpando de esta forma a los cerdos, que en definitiva son uno de sus clientes, e inculpando a los norteamericanos en general, independientemente de la especie a la que perteneciesen.
Las controversias relacionadas con la denominación de una enfermedad son habituales en estos casos. Es interesante recordar que la pandemia de gripe de 1918 fue denominada "gripe española" a pesar de que ni tuvo su origen en España ni fue nuestro país la vía de entrada del virus al continente europeo. La razón es que España no participó en la Primera Guerra Mundial, por lo que fue el único país europeo que no aplicaba la censura militar a la prensa y por tanto esta pudo informar sobre los efectos de la gripe. Así las contingencias históricas influyen en la denominación de la enfermedad y ésta a su vez influye en las decisiones políticas adoptadas en la gestión del riesgo asociado a la misma. Rusia vetó la importación de carne de cerdo y derivados provenientes de España, debido simplemente al número de casos de gripe porcina producidos en nuestro país, pese a que el virus no había sido aislado como tal en ningún cerdo, a que las autoridades sanitarias sostenían que el contagio sólo se produce de humano a humano y a que la Unión Europea había descartado cualquier medida de prevención en la cadena alimenticia. Quizá la desconfianza rusa surgía de su propia experiencia de la gripe aviar, una cepa de virus también relacionada con la responsable de la gripe porcina, que si se transmitía del animal al hombre y cuya distribución fue principalmente asiática, registrándose varios focos de la enfermedad en Rusia con consecuencias para la industria avícola. 

Semanas más tarde, cuando Rusia había tomado la decisión de levantar el veto a la importación de carne de cerdo proveniente de España, Jorgen Schlundt, director de seguridad alimentaria de la OMS, realizó unas declaraciones en las que advertía que la gripe "podría transmitirse" por consumo de carne de porcino. Estas declaraciones fueron inmediatamente desmentidas por otras realizadas por María Neira, directora de Salud Pública del mismo organismo, que curiosamente es española, en las que afirmaba textualmente que: "Se puede comer jamón y carne de cerdo, la transmisión del virus sigue siendo por vía respiratoria". En un medio de comunicación escrito, también español, aparecía: "Las ministras Trinidad Jiménez y Elena Espinosa confirmaron políticamente este diagnóstico de seguridad alimentaria." 
Por un lado cabe preguntarse qué significa exactamente "confirmar políticamente un diagnóstico de seguridad alimentaria". Trinidad Jiménez, Ministra de Sanidad y Política Social, es licenciada en derecho, mientras que Elena Espinosa, Ministra de Medio Ambiente, es Licenciada en Ciencias Económicas. Así pues, ninguna de las dos está cualificada profesionalmente para realizar un diagnóstico médico, epidemiológico o de seguridad alimentaria.
Para lo que evidentemente si están cualificadas es para realizar un diagnóstico político de la situación. Sin embargo las declaraciones de María Neira, de formación Médica, Cirujana y endocrinóloga no eran de tipo político, sino científico. Las consecuencias económicas que supondría para la industria española del cerdo una prohibición de las exportaciones por razones sanitarias determinan el sentido de la respuesta de las responsables políticas pero, por muy importantes que sean estas, las consecuencias sanitarias de permitir la comercialización de un producto que potencialmente podría transmitir una enfermedad serían sin duda mucho más graves.
Sin embargo, el objetivo de la declaración de las ministras no era minimizar el riesgo sanitario de la situación, sino el riesgo político. Puesto que los síntomas de la nueva gripe parecían en ese momento ser bastante leves, la prioridad seguían siendo los votos.
De cualquier forma, no es lo mismo afirmar que la transmisión "sigue siendo" por vía respiratoria que afirmar que la transmisión "es" por vía respiratoria. En el primer caso se da a entender que lo es mientras no se demuestre lo contrario, que no se trata de una evidencia científica incuestionable sino simplemente de una descripción del estado de la situación en el momento en el que se realiza la declaración que no conllevaría ninguna responsabilidad en el caso de que finalmente se demostrase que si se puede producir un contagio animal-hombre. De ser así, el responsable de las declaraciones siempre podría aducir que realmente lo seguía siendo hasta la fecha. 

Por otra parte, Jorgen Schlundt emplea el condicional simple cuando afirma que la gripe "podría transmitirse" por consumo de carne de porcino, por lo que expresa un carácter hipotético resultado de una decisión o creencia personales. No está afirmando que la gripe efectivamente "se transmita" por comer carne de cerdo sino simplemente que existe esa posibilidad. Por tanto cuando María Neira dice que la transmisión "sigue siendo" por vía respiratoria en realidad no está desmintiendo las declaraciones de Jorgen Schlundt, sino que esta diciendo lo mismo de una forma que hace que parezca que dice lo contrario, gestionando así la crisis de acuerdo con sus intereses, que en este caso también son los del sector porcino español.
Así pues en la gestión del riesgo de una epidemia como la actual influyen factores de diversa índole. Las consecuencias socioeconómicas hacen ser precavidos a los responsables políticos y sanitarios. El brote epidémico paralizó casi por completo la economía mejicana durante unos días. Su impacto sobre la economía supuso durante el primer mes cerca del 0,5% del Producto Interior Bruto del país, estimándose en cerca de 2000 millones de euros las perdidas producidas durante el episodio sin considerar el efecto negativo que con toda probabilidad ejercerá sobre el turismo, una de las principales fuentes de divisas de Méjico. Estos hechos reflejan la importancia que puede suponer para la economía de los países una mala gestión de la situación.
Así mismo la incertidumbre acerca de la gravedad de la enfermedad, los patrones de transmisión o la eficacia del tratamiento aconseja la prudencia con el fin de evitar que se genere un nivel de alarma excesivo entre la población, con las consecuencias negativas que esto conlleva. En el otro lado de la balanza se sitúa la responsabilidad de los estados de tomar todas las medidas que sean necesarias para garantizar la salud de su población y controlar la epidemia de la forma más eficaz. El grado de incertidumbre dificulta la estimación del riesgo haciendo inevitable que transcurra tiempo entre cada acontecimiento y las decisiones tomadas por los gestores de la crisis, pero a su vez el incremento del tiempo de respuesta disminuye la eficacia de dichas decisiones. Debido a la existencia de conflictos de intereses de tipo político y económico la gestión del riesgo sanitario se ha internacionalizado, liberando parte de la carga de responsabilidad a los estados.
La OMS adquiere el papel de autoridad directiva y coordinadora de las acciones sanitarias a poner en marcha para el control de las epidemias en el marco las Naciones Unidas. Esta organización ejerce un papel de liderazgo en los asuntos sanitarios mundiales, llevando a cabo labores de vigilancia, estableciendo las normas de aplicación internacional en la materia y ofreciendo asesoramiento técnico a los distintos países; además de diseñando respuestas políticas basadas en la evidencia científica que son, o al menos debieran ser, el referente para la actuación política de cada estado.
El 25 de abril, la OMS celebró la primera reunión con motivo de la gripe porcina.
En ese momento ya se había confirmado la existencia de un nuevo virus pero no había evidencia científica de que se pudiera producir el contagio de humano a humano. Como resultado de dicha reunión la organización define la situación con la expresión "pandemia potencial" pero no eleva el nivel de alerta que estaba situado en el nivel 3 desde la crisis de la gripe aviar en 2006. El sistema de alertas sanitarias de la OMS para enfermedades infeccionas consta de 6 fases diferenciadas. Las fases 1 a 3 se corresponden con la preparación, desarrollo de la capacidad y planificación de la respuesta, mientras que las fases de 4 a 6 señalan claramente la necesidad de medidas de respuesta y mitigación. La fase 1 se correspondería con una situación en la que no hay virus circulantes entre los animales que hayan causado infecciones humanas. Se trata de una situación utópica que probablemente no se haya producido ni se llegue a producir nunca. 

La fase o nivel 2 se activa cuando hay un virus animal circulando entre los animales domésticos o salvajes que si ha causado infecciones humanas en alguna ocasión, mientras que la fase 3 se caracteriza por la existencia de contagios esporádicos animal-hombre o entre personas que hayan mantenido contacto íntimo. 
La declaración de la fase 6 indica que está en marcha una epidemia mundial y que queda poco tiempo para poner en práctica las medidas planificadas. La estructuración y la descripción de cada una de las fases de la pandemia están sujetas a revisión para facilitar su comprensión y aumentar su eficacia, pero están muy lejos de ser perfectas. La activación de cada nivel de alerta depende de fenómenos observables y de evidencias científicas, pero estas no siempre son suficientes para definir de forma inequívoca el estado de la situación y, en consecuencia, las medidas a poner en marcha.
La aplicación del principio de precaución hace suponer que debiera activarse el nivel de alerta más alto de entre todos los posibles en función de los datos de los que se disponga, pero las consecuencias de provocar un nivel de alerta excesivamente alto sin evidencias que lo justifiquen hacen que esto no sea siempre así. Así han surgido críticas en relación a la gestión de la crisis, como acusaciones de exceso de alarmismo o de existencia de intereses ocultos por parte de empresas farmacéuticas fabricantes de fármacos antivirales.
Lo cierto es que el 12 de mayo, un mes después de que apareciesen las primeras noticias relacionadas con la gripe porcina, el número de casos confirmados por la OMS alcanzaba los 5.251 distribuidos en 30 países, cifra en la que se incluían 61 fallecidos. La mayoría de los infectados desarrolla un cuadro leve de la enfermedad, muy similar al de una gripe común, patología que sin embargo causa cerca de medio millón de muertos en el mundo cada año.
La gripe porcina ya no ocupa un lugar preferente en los medios de comunicación. A pesar de que la alerta sanitaria se encuentra en el nivel 5, el máximo alcanzado desde el inicio de la crisis, los responsables políticos de la gestión del riesgo han disminuido la frecuencia de apariciones en relación a la epidemia en los medios de comunicación.
Lo más probable es que el interés público se diluya con el tiempo y que cuando un tercio de la población mundial se haya infectado con el virus de la gripe A, ya nadie hable de ello.



1 comentario:

  1. esta gripe me dio mucho trabajo a mi el año pasado......
    manoli

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...