La misma tecnología que hace posible enviar sondas espaciales al planeta Saturno o diseñar instrumentos para el diagnóstico de enfermedades, puede emplearse también para fabricar armas de destrucción masiva.
La sociedad suele ser crítica con los científicos por no ser capaces de advertir las posibles consecuencias negativas de los sistemas científico-tecnológicos que desarrollan o bien por mantener la postura de que las tecnologías son moralmente neutrales y que es el uso que se haga de las mismas el que determina que sus efectos sobre la sociedad y el medioambiente sean positivos o negativos.
El riesgo es inherente a muchos sistemas científico-tecnológicos, sin embargo la evaluación y gestión del riesgo sólo es posible si el investigador es capaz de identificar desde el principio las posibles consecuencias negativas del producto de su investigación y esto no siempre es posible. Es evidente que Marie Curie carecía de los elementos de juicio necesarios para pensar que sus investigaciones sobre la radioactividad conllevaban el riesgo de una futura escalada armamentística nuclear, por lo que resultaría absurdo atribuirle la responsabilidad de no haber puesto en marcha ninguna medidad para gestionar este riesgo. Sin embargo, cuando un científico acepta fondos de una institución militar para la financiación de una línea de investigación con posibles aplicaciones bélicas, está asumiendo una responsabilidad ética sobre el uso que se haga del producto de su investigación...
El problema acerca del uso de la tecnología se remonta probablemente al momento en que alguna de las especies de nuestro linaje de homínidos fue capaz de dominar el fuego y desarrollar los primeros utensilios de piedra. Un hacha de silex podía serle útil un homínido a la hora de cortar la carne de sus presas, pero también podía servirle para matar a otro homínido emparentado que no le resultase simpático. De igual forma el fuego podía servirle para cocinar la comida pero también para calcinar un bosque y con él los recursos que este podía ofrecer a su comunidad. Sin bien podría establecerse el origen de la ética como disciplina teórica hace tan solo unos dos mil seiscientos años coincidiendo con el paso del mito al logos en la civilización griega, es posible también considerar la existencia de una ética entendida como moral vivida y practicada tan antigua al menos como el propio el propio ser humano.
La capacidad de seguir una conducta ética sería entonces un carácter codificado genéticamente seleccionado de forma positiva a lo largo de la evolución de los homínidos, hecho que haría preguntarse acerca de la posibilidad de la existencia de una ética natural, con base biológica, claramente diferenciada de la moral como producto social y cultural. Y si en una situación de conflicto entre dos concepciones morales distintas frente a los posibles productos de una tecnología no habría que asumir siempre la primacía de los postulados de la ética natural. Como ejemplo de este razonamiento, la clonación humana con fines reproductivos sería rechazable desde una ética natural, acudiendo al valor biológico de la reproducción sexual como fuente de variabilidad genética necesaria para la adaptación al medio.
Si aceptamos que la especie humana es una especie tecnológica desde sus inicios y asumimos que también ética al menos en lo referente a su propia supervivencia, debemos concluir entonces que el problema referente a la evaluación y uso de los sistemas tecnocientíficos es inherente a la propia naturaleza humana y en consecuencia no es responsabilidad exclusiva de los científicos o tecnólogos sino de la especie en su conjunto.
En muchas ocasiones los científicos suelen asumir su responsabilidad sobre las aplicaciones de la ciencia que son consideradas positivas por la sociedad y distanciarse de aquellas consecuencias claramente negativas o que plantean problemas de tipo ético, pero esto no ocurre siempre así. Es conocido el ejemplo de Edward Teller y su obstinada lucha para ser reconocido como el padre de la bomba de hidrógeno o el de aquel científico italiano empeñado en afirmar que estaba a punto de conseguir la clonación humana ante al mayor número posible de medios de comunicación incluso antes de que esta fuese viable técnicamente. En otras ocasiones, los científicos deben hacer frente a la decisión de actuar o no de acuerdo con una convicción personal, sustentada sobre bases razonables pero no concluyentes, de que una determinada tecnología supone un peligro para el medio ambiente o la sociedad.
La labor del científico, como la de cualquier ser humano, no es neutral desde el punto de vista ético. De su trabajo emana una responsabilidad moral sobre las consecuencias de su investigación y sobre la necesidad de aplicar el principio de precaución en circunstancias en las que considere que es necesario. Sin embargo esta responsabilidad no puede recaer únicamente sobre científicos y tecnólogos, cada estamento de la sociedad tiene debe asumir su parte de responsabilidad. El derecho de todo ciudadano a no verse perjudicado por las consecuencias negativas de un sistema tecnológico comporta también el deber de participar en el debate y esto no siempre es así.
Con frecuencia los ciudadanos también se inhiben de sus responsabilidades. Nadie desea las consecuencias negativas de la quema de combustibles fósiles pero nadie está dispuesto a renunciar a las comodidades que nos ofrece el sistema energético actual por ahorrarse unos gramos de dióxido de carbono. Se hace necesario establecer un conjunto de normas que regulen la participación pública en los procesos de identificación y gestión del riesgo derivado de una tecnología pero es igualmente necesaria una labor de educación en ética de la ciencia y la tecnología no solo dirigida a los científicos y tecnólogos sino a la sociedad en su conjunto que esté orientada a la toma de conciencia de las responsabilidades que tiene cada sector de la sociedad.
Muy de acuerdo. Todavía le queda mucho que aprender al ser humano para que los avances científicos sean utilizados con buenos fines, y me temo que eso es algo que ni siquiera la ciencia podrá resolver
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